Tomando como base el texto de Efesios 2:1, el autor analiza el estado espiritual del ser humano, llegando a la conclusión de que todos estamos espiritualmente muertos por estar separados de Dios y ajenos a la vida de nuestro Creador. Demuestra que, por tanto, todos necesitamos ser vivificados como única manera de tener una relación personal con Dios y gozar de su presencia. En vista de esto, explica la forma en que el alma puede pasar de muerte a vida. Finalmente hace una aplicación directa y personal de estas verdades al lector, haciéndole ver su necesidad de recibir vida espiritual.