Ireneo es el teólogo más importante de su siglo. Su libro Contra las herejías, esencialmente contra los gnósticos y los marcionitas es una obra imprescindible para los estudiantes de historia y del devenir de la iglesia en los primeros siglos del cristianismo. Pero Ireneo, como apologista, no se limita a desenmascarar los errores, al mismo tiempo, ofrece la respuesta, aportando con ello una exposición argumentada y definida de la fe cristiana en la que la iglesia se reconoce fácilmente todavía hoy.
Ireneo edifica sus argumentos para establecer la verdadera doctrina cristiana sobre la roca del verdadero testimonio abierto de Cristo, comunicado por sus apóstoles directos e inmediatos a través de sus escritos. Por el contrario, los herejes de su época, para validar sus propias afirmaciones, recurrieron al tenebroso argumento de un supuesto testimonio secreto de Jesús, confiado a supuestos apóstoles del círculo íntimo y que se creía desaparecido.
Hoy, la polémica abierta en tiempos de Ireneo, ha vuelto a la máxima actualidad debido al hallazgo en Egipto de una versión copta (siglo III o IV) de uno de esos textos gnósticos desaparecidos y de que solo se tenían noticias por las citas y condenas que del mismo hace el propio Ireneo. Se trata del llamado Evangelio de Judas, un texto apócrifo del siglo II, que Ireneo atribuye a la secta gnóstica de los cananítas, y cuya restauración, traducción y difusión masiva abrió una importante polémica y causado no poca confusión a muchas personas no expertas en la materia. La obra de Ireneo contribuye a esclarecer muchos malentendidos, al tiempo que nos ofrece un panorama amplio de las múltiples desviaciones as las que se tuvo que enfrentar el cristianismo primitvo.