El movimiento evangélico está en crisis. No todo lo que pasa en la iglesia es malo, pero… tampoco es bueno. ¿Cómo distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Cómo afectan estos nuevos movimientos religiosos a la iglesia?
Uno de los retos más grandes que confronta la iglesia en el siglo veintiuno es aprender a discernir entre las muchas supuestas versiones del evangelio que circulan en nuestro medio. Este reto no es nuevo, ya Juan lo dijo: “No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus, si son de Dios” 1 Juan 4:1. Justo L. González, con su claridad, erudición y sencillez acostumbradas, nos presenta una serie de principios bíblicos y teológicos para distinguir entre el error y la sana doctrina. Estos principios ya fueron usados por la iglesia en diferentes momentos, especialmente cuando se enfrentó a la presencia de “nuevos evangelios”. La invitación es a aprender a probar si el espíritu es de Dios o no lo es. Aprendamos de cómo lo hizo la iglesia en el pasado.