La salvación presenta en la Biblia como la "renovación de nuestro entendimiento" por el conocimiento de Dios en Cristo, y el verdadero conocimiento de uno mismo para volver a Cristo y no "conformarse a este siglo" (Romanos 12:2). Tanto los creyentes como los nos creyentes frecuentemente sostienen perspectivas bajas de Dios y en consecuencia, perspectivas ligeras en cuanto al pecado y la Escritura. En vez de percibir a Dios como "El Altísimo", quieren hacerle sirevo al hombre "altísimo". Esta visión baja de Dios se refleja en su actitud sobre Dios, sobre las Escrituras y sobre sí mismos.
Las actitudes del corazón definen a nosotros: lo que pensamos, lo que deseamos, y lo que nos motiva. Las actitudes como el temor a Dios, la humildad, el amor y la gratitud son obras de la gracia de Dios que El incorpora en los creyentes mientras reciben de las Escrituras la auto-revelación de la naturaleza y majestad de Dios en Su obra salvadora. Así que, se requiere la gracia de parte de Dios, y también el trabajo de parte de nosotros para creer lo que Dios nos enseña y pensar conforma a Su Palabra, siendo transformados en mente y corazón, para honrarle a el en nuestra forma de pensar y actuar. En esta manera, también podremos discernir las filosofías erróneas de la cosmovisión del mundo.