Esta obra escrita originalmente en latín por Lutero, fue en reacción al tratado “La voluntad libre” del humanista Erasmo de Rótterdam, en el cual Erasmo declara que el hombre tiene la capacidad moral y espiritual de elegir entre el bien y el mal.
El libre albedrío es un vocablo que no tiene cabida en la teología de Lutero: Es ajeno a su concepto de la justificación, y es ajeno también a su concepto de la santificación.
El lector encontrará que el énfasis de Lutero está en Dios, y en la cruz de Cristo, y no en el hombre, para que quede absolutamente claro al principio de la Reforma: Somos salvos por la gracia de Dios, y sólo guiados y movidos por su Espíritu puede nuestra voluntad hacer la voluntad de Dios.