"Las iglesias de la costa son iglesias misioneras, y en eso estriba el secreto de su prosperidad. Sienten la responsabilidad de llevar a otros el mensaje de Cristo, por eso viven en actitud constante de renovación y de conquista.
Es el espíritu de la iglesia de Antioquía, ardiente y batallador, que se lanza a la aventura de la fe para ensanchar a los dominios del Reino de los Cielos. Dios quiera despertar con fuego apostólico ese mismo espíritu en todas las iglesias colombianas; que cada pastor y cada creyente sincero en Cristo sea una antorcha viva que prenda en páramos y valles, costas y montañas, la llama prodigiosa del verdadero cristianismo. Esa es la única esperanza de Colombia.
... Para quienes sólo están interesados en lo material, sin importarles la salvación de las almas, es preferible que el pueblo viva ignorante y embrutecido, porque así e más fácil dominarlo. La palabra emancipadora del Maestro les causa desazón, porque esa Palabra es la Verdad. Y la Verdad irrevocablemente conduce a la Libertad"