
Dice el autor:
«Pablo es un provocador tanto en el siglo XX como lo fue en el siglo I. En aquel entonces, algunas veces le atacaron con piedras; ahora, le atacan con palabras. Algunos todavía consideran a Pablo como un personaje odioso y peligroso. Otros, creen que es el mejor maestro que ha tenido el cristianismo, después del gran Maestro. Estas dos opiniones las encontramos tanto en el pensamiento popular como en la literatura de los expertos.
La aproximación anglicana al personaje de Pablo ha sido, tradicionalmente, aburrida y poco dinámica. No quisiéramos mostrarnos demasiado entusiastas; eso nos haría parecer demasiado protestantes. Tampoco desearíamos parecer condenatorios; eso podría sonar demasiado católico. No querríamos tomarnos sus palabras al pie de la letra; eso nos convertiría en demasiado conservadores. Pero tampoco queremos ignorar lo que dijo; eso sería demasiado liberal. Analizamos unos cuantos pasajes favoritos, algunos ‘textos aislados’ como 1a Corintios 13, unos cuantos temas preferidos el como ‘estar en Cristo’, que puede ser tan vago que sirve para apoyar casi cualquier posición teológica, y algunas epístolas favoritas como Filipenses, porque es corta, clara y bonita. ¡Ah! Y dos de sus capítulos tratan sobre el dinero, tema bastante embarazoso.
He tenido a San Pablo como compañero durante más de veinte años, y he llegado a la conclusión de que todas estas aproximaciones a su enseñanza no resultan nada satisfactorias. Después de haber escrito mi tesis doctoral sobre la carta a los Romanos, un comentario a las cartas a los Colosenses y a Filemón, y una monografía sobre la interpretación paulina de Cristo y de la Ley –por no mencionar varios artículos sobre algunos pasajes y temas que aparecen en los escritos de Pablo–, aún tengo la impresión de estar sólo a medio camino en una alta montaña, de la que aún queda mucho por explorar, de que aún quedan más perspectivas a vislumbrar. A menudo (aunque no siempre), cuando leo lo que otros expertos han escrito sobre Pablo, me parece que en lugar de estar viendo el pico de la montaña, estoy mirando hacia abajo a través de una densa niebla. Aunque siempre soy consciente de que a mí mismo me queda mucho por escalar.
Soy consciente que hay cuestiones del pensamiento paulino que no trataremos. En otras palabras, este libro no es un estudio exhaustivo sobre Pablo. Tampoco busca ser particularmente ‘equilibrado’. Sin embargo, sí intenta centrarse en algunos de los temas claves de la proclamación paulina y sus implicaciones –incluyendo algunas que se suelen pasar por alto– además de descubrir lo que realmente dijo Pablo sobre estas cuestiones vitales.
Demos algún apunte sobre algunos de estos temas básicos. Siempre se ha debatido si el Pablo de las cartas es el mismo Pablo que encontramos en los Hechos de los Apóstoles. No nos detendremos en esta cuestión, aunque mi análisis de lo que Pablo dijo en momentos claves en sus cartas puede que tenga algo que ver con este tema. Así mismo, mucha gente aún se cuestiona que escribiera todas las cartas que se le atribuyen. Casi todo lo que presento en este libro se centra en el contenido de las cartas cuya autoría no se cuestiona, a saber Romanos, 1a y 2a Corintios, Gálatas y Filipenses. Además, sostengo que Colosenses también es un escrito paulino, y en cuanto a Efesios, creo que es más probable que la escribiera él que un imitador. Pero mi argumentación no depende ni de esta hipótesis, ni de cualquier otra.
Aparte de algunos apuntes esenciales, no pretendo establecer los puntos sobre los que me baso, o contra los que argumento, de colegas especializados en el pensamiento paulino. Los principios y fundamentos de mi argumentación están explicados en otras publicaciones mías. Éstas, junto con otras obras que pueden ser de ayuda para un estudio más profundo, aparecen en la bibliografía. Mis colegas comprenderán que este libro no pretende ser una monografía erudita; espero que los lectores no especializados disculparán las incursiones ocasionales que en mi opinión eran complejidades e incisos necesarios.
Cuando este libro ya estaba casi acabado, apareció un nuevo libro del periodista, novelista y biógrafo inglés A.N. Wilson (yo recibí un borrador aún por revisar). Este escritor recupera el viejo argumento que sostiene que Pablo fue el verdadero fundador del cristianismo, no teniendo en cuenta a Jesús e inventando una teología en la que la figura de ‘Cristo’, que no tiene nada que ver con el Jesús histórico, se convierte en el eje central. Ya que esta teoría está reapareciendo, aunque continuamente bajo disfraces diferentes, y ya que lo que yo quería presentar en este libro desde un principio es la base de la respuesta que creo que se debería dar, he añadido al final un capítulo que trata toda esta cuestión y, en particular, el libro de Wilson. Pero ya existen muchos libros que tratan este tema detalladamente, así que no voy a repetir sus argumentos.