Nuestra cosmovisión, o perspectiva del mundo, determina las decisiones que tomamos y las acciones que hacemos. Una parte integral de la salvación es una reorientación de nuestro pensamiento y corazón. Cuando los cristianos no comprenden la vida tal como Dios la ve, no podemos dar un testimonio eficaz del señorío de Cristo en nuestras vidas. Una cosmovisión inconsistente lleva a que la Iglesia se desvíe o peor aún, se detenga en el camino.